REVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN
"Consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos..."

sábado, 30 de julio de 2011

LA TORMENTA

El calor había sido impiadoso ese día, se despachó con 45 grados a eso de las tres de la tarde, pero claro es una temperatura normal en el Chaco y aquí ya nadie se asombra. La abuela había dicho “esta noche tenemos tormenta”…y cuando los viejos hablan hay que creerles. Por la tarde comenzaron a aparecer los primeros nubarrones hacia el sur anunciando lo que la mayoría ya sabía: esta noche habría tormenta y de las bravas.
En la casa comenzaron los preparativos para recibir a la famosa “Santa Rosa”; mamá tapó sus plantas, acomodó los perros en el fondo ordenándoles sus cuchas y entró la ropa que había lavado por la siesta; detrás de la medianera pudimos observar como don Antonio clavaba el hacha en el suelo, justo en el medio de una cruz hecha con el mismo filo y como conjuro contra lo que se avecinaba. Me asombraba enormemente observar como cada vez que había tormenta, los hechos y situaciones se repetían puntillosamente, como una sagrada tradición. De repente el viento comenzó a soplar más fuerte, nubes de tierra comenzaron a ganar el pueblo y se oyeron golpes de puertas y ventanas que se cerraban precipitadamente. La furia ventosa recrudeció en cuestión de segundos y se oyeron sonidos de todo tipo a lo largo y a lo ancho del pueblo. En casa, todos comenzaron a ensayar la señal de la cruz, síntoma del temor que se apoderaba de sus cuerpos y de sus mentes, se oían gemidos y cuchicheos que me hacían pensar en un cura gangoso, en alguien tratando de ensayar una oración que desconocía. Y ya todo fue caos.
Por las calles corren desbocados dos niños y un perro los sigue a corta distancia, los llamo pero no me prestan atención, quizás el miedo los vuelve sordos, quizás el viento me robe la voz. Camino lentamente, sin miedo, entre chapas y objetos desperdigados por las calles. No sé porque pero una botas al frente de una casa me remiten a la reciente Guerra de Malvinas, ese conflicto incomprensible, a las todavía frescas lagrimas, a los soldados muertos y al dolor de la derrota. Creo que esto es un tornado ¿cierto mamá que es un tornado? Madre, pensé que estabas junto a mí, bueno es comprensible que todos se hayan encerrado, solo a un loco como yo se le ocurre andar en medio del viento, con esta tormenta. Son terribles estos tornados, desde que vivo en Avia Terai no recuerdo haber escuchado que haya pasado uno, creo que es el primero. Aunque parezca tonto siempre esperé este momento para desafiar al peligro, me gusta la adrenalina en el cuerpo, las situaciones límites, lo extremo, mamá se enoja por eso. Sigo caminando y dos hombres con sus bicicletas a la par luchan contra el viento testarudo que les intenta franquear el paso; imagino a sus esposas e hijos sufriendo por su ausencia, palpitando detrás de una puerta que lucha por no ceder ante el viento. Mi pueblo azul es único pero a veces se torna gris, de magnesio como hoy, como si todas las cosas y los objetos hayan sido bañados por plomo derretido. No sé porqué, pero no siento miedo, no estoy cansado, me siento tan liviano como si tuviera veinte años, el fuerte viento apenas me toca y parezco un titán desafiando a los dioses. Es tiempo de regresar a casa, el pueblo ha quedado hecho una ruina, arboles caídos por doquier, autos volcados, llantos a lo lejos, horizontes de gemidos y gritos desgarrados… Una muchedumbre se agolpa frente a casa, autos conocidos y cercanos, algunos sollozos…
Los dos muchachos cabizbajos perdían la vista en el suelo. El famoso profesor, aquel que había sido formador de varias generaciones de alumnos, se mantenía parado junto a su auto con la vista y la mente extraviada vaya a saber uno en que pensamientos. Nadie de los presentes podía entender el viaje trágico de aquella alfombra de cinc, verdugo ágil y frío que, caprichosamente, robó los sueños amplios y generosos de aquél amante de lo extremo.

Fabián, lunes 25 julio 2011

Este es uno de los últimos cuentos que escribí y, como la mayoría de ellos, tiene como contexto a mi querido pueblo.

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