REVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN
"Consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos..."

jueves, 19 de diciembre de 2013

ESCUELITA MÍA

Mi pueblo amanece azul y tranquilo Y un casto horizonte tiembla de emoción Con pasos inquietos, con risas, deseos Volvemos soñando, tiza y pizarrón. De nuevo a la escuela repite algún grillo Alumnos, maestras, “seño”, profesor Se llenan de blanco salones ansiosos Los patios dormidos se pueblan de voz. Mi escuela me espera, ya siento su abrazo Ya siento sus bancos, su cálido sol Mi vieja escuelita a quien tanto extraño “Elena Bulán, quinientos treinta y dos”. Te dicen la vieja pero sos tan nueva Que nadie te cree lo joven que sos Acoges los sueños de grandes y niños Crecemos contigo, soñamos con vos. En tus aulas sueño con ser grande un día Ser como la “seño” o como el profesor Soñaron mis padres y generaciones Derrochó nostalgias, saberes y amor. Feliz cumpleaños escuela querida Ojala que un día yo vuelva hacia vos A darte aquello que un día ofreciste Que un día me diste y está en esta voz. F. M. 15 marzo 2011

MANO DE OBRA INDÍGENA: Mentiras, ambiciones y etnocidio. El caso del Chaco argentino.

La lectura de varios de los interesantes autores propuestos en este seminario me llevaron-en plan de pensar el posible tema de ensayo- a observar que en todos se daba una constante que en un primer momento no lograba definir con claridad. Decidido a descifrar esa incertidumbre me puse a releer autores como Wachtel y Gruzinski, y a buscar en mi bibliografía de Historia Regional (cátedra que dicto en un instituto terciario del interior del Chaco) ese “algo” que acercaba la temática indígena a los objetivos de los conquistadores llegados a estas tierras a partir del siglo XVI. Pude ir dándome cuenta que el punto de contacto, el nudo de esa relación, se encontraba en la cuestión productiva: El conquistador al llegar a América se había encontrado con un “salvaje”, “infiel”, con un tipo humano que distaba mucho del europeo “estándar”; el conquistador se había dado cuenta que este “indio rústico” e “ignorante” podría ser útil a su universo materialista: el de trabajar para producir, el de generar recursos útiles a la corona y a los administradores de esta. En función de esta idea giró mi trabajo. Intentaré demostrar cómo, en casi todos los lugares donde el conquistador europeo se asentó y desplegó su estructura de poder, se valió de la mano de obra indígena (fuerte, hábil y barata) para saciar sus ansias materialistas y sed de poder. En algunos lugares incluso llegó a organizar terribles masacres disfrazadas de autodefensa contra la barbarie, ante la posibilidad de perder esa “valiosa herramienta” que le reportaba pingües ganancias y ante la posibilidad de perder status ante una sociedad que lo avalaba en función de su poder económico. Como para ubicarnos contextualmente diré que la corona había dispuesto algunas leyes y ordenanzas a favor de los indígenas pero casi ninguna se cumplieron. La corona trató de que se aplicase el precepto de la “guerra justa” sólo en esos caso se podía esclavizar a los indios pero antes de iniciar la “guerra justa” era necesario leer a los indígenas en su lengua un documento llamado REQUERIMIENTO redactado en 1512. El europeo había descubierto que estas tierras eran ricas en metales preciosos y otros bienes de consumo, nuevos para ellos, como el cacao, el algodón, el maíz o la “coca”. Había participado, anonadado, al encuentro con un territorio promisorio, virgen y altamente productivo, un territorio que se presentaba en el horizonte como la solución de todos los males y el motivo de su futura riqueza. Pero había un problema que salvar: ¿cómo se organizaría para extraer esas riquezas? ¿Quiénes lo harían? Allí es donde entraba a jugar un papel importante la figura del indígena. Jacques Poloni-Simard al hablar sobre los indios de los Andes, menciona a la Mita como el sistema que favoreció el establecimiento de los indios en los centros mineros , aunque yo digo que estos no se establecieron sino que fueron trasplantados a ese ambiente (también lo mencionan otros autores analizados en este seminario). Una prueba de eso es que la poca adaptación del indígena a estas condiciones hizo que de 600 que entraban a las minas solo salían con vida (6 meses después) entre 40 y 70. Antes de entrar de lleno a hablar sobre la explotación indígena en el Río de la Plata y particularmente la región del Chaco, mencionaré que hubo algunos aspectos esenciales que favorecieron a esa presión sistemática sobre el nativo americano: En la región del Perú el uso de la “coca” como estimulante para que el indígena rindiera laboralmente fue determinante; la creación de reservas y encomiendas que hacinaban al indio para controlarlos y explotarlos. Y por último la participación de la Iglesia como una parte esencial de esa estructura de dominación y explotación del indígena. Con respecto al primer punto diré que el uso de la coca no fue de uso común en esta zona del Chaco, aunque no desconocida; de hecho nuestra provincia tiene en parte influencia notable de los quechuas. La mención de la coca como uso común se debe a que fue uno de los métodos de los cuales se valió el conquistador para explotar al indígena. Su uso desde tiempos antiguos en el imperio incásico, respondían a necesidades mágicas y religiosas. Según Nathan Wachtel se ofrecía a las huacas y al sol en los sacrificios, y los sacerdotes solo la consumían ritualmente. La mayoría de autores, a decir de Wachtel, afirma que solo se cultivaban en pequeñas cantidades y que el inca prohibió su uso al indio común . Pero Wachtel se pregunta ¿por qué aumenta la producción de coca? En cierto momento de la Conquista, el europeo levanta esa prohibición para el indio común por considerarla contraria a sus intereses. ¿Por qué? Y evidentemente fue una cuestión relacionada a su efecto estimulante, pues era absolutamente indispensable que el indígena que trabajaba en las minas o en las chacras pudiera estar la mayor parte del tiempo lúcido y fuerte, de manera que pudiera rendir más efectivamente. En segundo lugar es interesante mencionar los mecanismos de explotación que se diseñaron según la situación de cada región y de cada grupo indígena. Durante el siglo XV el sistema se llamó ENCOMIENDA, durante el XVI adquirió el nombre de MITA, y durante el siglo XVII fueron tomando nombres mucho más familiares como el de OBRAJES, BATANES o RESERVAS. Llámese como sea, la situación del indígena no varió mucho y se siguió ejerciendo una política de explotación sistemática. Por último la participación que tuvo la Iglesia en esa cruzada explotadora disfrazada de religiosidad. No es noticia que muchos frailes, misioneros y religiosos de distintos estamentos jerárquicos dentro de la Iglesia tuvieron esclavos aborígenes y los explotaron sin ninguna diferencia con respecto al conquistador rudo y ambicioso. Todorov en su análisis del problema del otro menciona la actitud de Bartolomé de las Casas frente al problema de la esclavitud y la explotación. El fraile, reconocido por su ardiente defensa del indio, no tiene la misma actitud para con los negros, de hecho acepta que estos puedan ser reducidos a la esclavitud . Un párrafo más adelante en el mismo trabajo, y aquí está la esencia de lo que deseo mostrar: Las Casas no desea que cese la anexión de los indios, simplemente prefiere que se los convierta a la fe católica en lugar de convertirlos en soldado. Esto sería algo como “la explotación y la conquista se deben mantener, solo que hay que llevarlas a cabo de una manera diferente”. Y como para cerrar la mención de Las Casas diré que nunca tuvo animadversión hacia el indio, como así tampoco tuvo dudas acerca de los beneficios materiales que reportaba el indígena y el negro, ejemplo de esto es la mención que hace en un memorial de 1516: “y de todo Su Alteza será servido, y sus rentas crecerán y serán aumentadas”. De igual modo las MISIONES reflejan los objetivos de la Iglesia con respecto a los indígenas americanos. A cargo de estas congregaciones religiosas estuvieron franciscanos, domínicos y especialmente jesuitas. Fueron centros de penetración colonizadora y generadores de alta producción. Las misiones más importantes y con mayor influencia en el Río de la Plata fueron las del Paraguay. Supervisados por los misioneros, los indígenas organizaban su propia administración, predomina la propiedad colectiva sobre la individual. El trabajo se hacía en común con horarios reglamentados. Desempeñaban actividades de ganadería, agricultura y también artesanías. Los excedentes eran comercializados (algodón, hierba mate) que daban buenas ganancias a la Compañía de Jesús. Se realizaban actividades culturales tenían imprentas, escuelas y artistas. Es bueno aclarar aquí que no todas las misiones cumplieron el mismo rol como la de los jesuitas: muchas se sometieron a los designios de la corona o al conquistador de turno, por lo que no se diferenciaron de los explotadores comunes y corrientes; otras como las del Paraguay, constituyeron el más serio y sistemático intento de proteger a los indígenas de los abusos de los colonizadores. En nuestra región del Gran Chaco Gualamba, desde las primeras noticias de incursiones conquistadoras españolas como la de Solís, Alejo García, Gaboto, García de Moguer o Alvar Núñez Cabeza de Vaca, se vio al extranjero como alguien dispuesto a alterar las costumbres y tradiciones de las etnias que habitaban este suelo. Abipones, wichí, pilagás, qom, moqoit y distintas etnias guaycurúes convertían al territorio en un lugar “impenetrable”. De todas maneras, aceptando esa adversidad, el conquistador se propuso conocer el territorio, buscar un paso hacia el Perú y de paso captar mano de obra indígena que pudiera redituarle ganancias. De esta manera se crean en la región del Chaco dos importantes encomiendas: las de Guacalá y matalá, esto hacia 1584. Estos centros de explotación dirigidos por Isabel de Salazar, esposa de Alonso de Vera y Aragón, el fundador de la primera ciudad del Chaco, fueron núcleos importantes de explotación. Es la primera noticia que tenemos de lugares de trabajos de los indígenas en nuestro suelo. Durante el siglo XX, la región este del Chaco tuvo sucesivos avances de colonización agraria. Los llamados “aborígenes” fueron considerados mano de obra temporaria o permanente, y sus modos de subsistencia, basados en la caza, pesca, o recolección, se vieron limitados, al mismo tiempo que fueron reducidos sus espacios tradicionales de vida. La explotación del azúcar, el tanino y el algodón fue la razón que articuló esta región al escenario económico internacional, lo cual provocó cambios sociales, ecológicos y culturales que modificaron la historia de los antiguos habitantes. Los indígenas fueron asentados en colonias agrarias subsidiadas por el Estado donde debían aprender las “virtudes” del trabajo y la “civilización.” El más importante de estos asentamientos fue la reserva o reducción de Napalpí fundada en 1911, fue un lugar donde los intereses de las empresas y el Estado confluyeron . Esta compulsiva utilización del aborigen como mano de obra barata (en muchos casos gratis) llevó a entender la importancia del indígena en el sistema productivo. Iñigo carrera ya en su trabajo sobre la clase obrera Chaco menciona con ejemplos la importancia que había adquirido la mano de obra indígena: “Otros individuos, dueños de ingenios, en Formosa y Resistencia me repitieron la afirmación (la de importancia del indígena); hasta dicen que sin ellos no podrían explotar sus cañaverales y tendrían que abandonar sus ingenios por falta de peones” . El aborigen chaqueño fue la herramienta esencial y multifuncional en todos los emprendimientos productivos que se implementaron a lo largo de la historia provincial. Existe la creencia generalizada, y aceptada por numerosos historiadores, que la conquista y colonización de América finalizó en el transcurso del siglo XIX, cuando se consolidaron los movimientos libertadores que dieron lugar a la formación de los Estados-Nación en todo el continente. Sin embargo el proceso histórico tuvo una continuidad manifestada en el afán expansionista de esos nuevos Estados, conducidos por clases dirigentes herederas de las europeas conquistadoras del continente. Esa nueva clase autónoma en el poder cortó lazos con las metrópolis y puso en marcha su plan independiente de ampliación y colonización de territorios, aunque bajo el mismo modelo político-económico liberal naciente en Europa. No fue ese un cambio afortunado para los habitantes primitivos de América y en especial para los de la región chaqueña; debieron someterse a la legislación vigente del orden establecido; tuvieron que renunciar a sus culturas en función de la homogenización educativa; fueron privados de los recursos económicos y de la libertad del espacio vital y limitados por fronteras nacionales que partieron sus comunidades. Esta política agresiva, negadora de la total autonomía de los pueblos indígenas no ha desaparecido y persiste en la actualidad. En 1877 asume la presidencia de nuestro país el doctor Nicolás Avellaneda, un liberal honrado que pensó un país progresista y productivo pero con una carga de deuda externa generada por el anterior presidente Sarmiento (con la banca, empresas y particulares ingleses, preferentemente) que le hizo profetizar: "nuestro país pagará sus compromisos externos hasta la última gota de sangre del último argentino". Desde luego, en la mente de Avellaneda los primeros litros de ese plasma salvador debían recaudarse de venas indias. Inmediatamente nombró ministro de Guerra a un joven y aristocrático general de 34 años, Julio Argentino Roca, de reconocida militancia anti india y con un importante antecedente en su hoja de servicio: varias batallas ganadas seis años antes en la Guerra de la Triple Alianza (Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay), en la que el presidente argentino Bartolomé Mitre financió una matanza premeditada de indios y mestizos con capitales de la banca Baring Brothers de Londres. El gobierno nacional emprende la conquista de tierras indias, primero hacia el sur con la Campaña del Desierto de Roca (que más que campaña fue la “Masacre del Desierto”). El informe final que el general Roca ofreció al congreso sobre la campaña del Desierto dice que "14.172 indios fueron reducidos, muertos o prisioneros (algunos historiadores elevan esa cifra a 35.000). Seiscientos indígenas fueron enviados a la zafra en Tucumán. Los prisioneros de guerra fueron incorporados (forzosamente) al Ejército y la Marina para cumplir un servicio de seis años, mientras que las mujeres y los niños se distribuyeron entre familias que las solicitaban (para servicios domésticos o adopción forzada) a través de la Sociedad de Beneficencia". Más tarde las campañas se dirigen hacia el norte. Hacia fines del siglo XIX el coronel Manuel Obligado, el General Victorica y otros participan de la Campaña al Gran Chaco, segunda parte de este proyecto nacional, que con el objetivo de extender la frontera interna y afianzar la soberanía nacional, se abalanzan con saña contra las poblaciones indígenas del lugar. Estas incursiones privan a los nativos de los ríos en que pescaban, mientras que la ocupación de las tierras redujo los campos de caza. Pero como la población indígena es alta se plantean alternativas y una de ellas es incorporarlos a la actividad productiva. De esta manera comenzó el proceso de desposesión de sus condiciones materiales de existencia que los convertiría en obreros obligados a vender su fuerza de trabajo para poder obtener sus medios de vida por el salario. Manuel Obligado en un informe al ministro de Guerra y marina Joaquín Viejobueno propone llevar a cabo pronta acciones y aquí es importante ver como reconoce la actitud mentirosa y ventajera del blanco para con el indio y dice: “A estos indígenas los conchaban los patrones de los obrajes por un salario imaginario, pues nunca le pagan en moneda corriente sino que lo hacen en alimento escaso y de mala calidad. También en bebidas a precios exorbitantes, lo que origina que se subleven, causando grandes males a las poblaciones (…). Los indios señor ministro, a pesar de su ignorancia, comprenden. Y no los hemos de traer a la vida civilizada sino cumpliendo nuestras promesas, o de lo contrario, habrá que proceder franca y enérgicamente a su exterminio…” Como en el Chaco no se pudo aplicar la misma metodología roquista, la política se basó en crear reservas y ciudades-misiones donde se debía captar al indio para explotarlo en los montes o en las chacras. Fue así como entre el colonizador y el misionero se repartieron la tarea de intentar dominar esta región inhóspita; fracasaron continuamente en esta empresa y prueba de esto es que hacia finales del siglo XIX, todavía la mayor parte de la región chaqueña estaba en manos de sus legítimos dueños. Pero ¿cómo era la situación del indígena con respecto a la relación con el blanco? ¿Cómo veía el indígena al extranjero y al cipayo argentino que trata de alterar su mundo, su cosmovisión, en fin, su vida? Ya lo mencioné al principio, pero es bueno recalcarlo: el contacto del indio con el blanco fue traumático, desastroso, pues, al decir de Wachtel, los “europeos no conquistaron nada, solo inventaron mundos nuevos ante sus ojos, pues desconocían totalmente la cultura americana y no supieron adaptarse ni adaptarla”. El indígena se encontró con un blanco que no aceptaba sus costumbres, que deseaba cambiarlo; no entendía sus dioses, sus ritos y mucho menos su cultura, solo veía al nativo como una herramienta útil a sus fines productivos. Intentó enseñarle a cultivar, pero el chaquense era cazador –recolector; intentó enseñarle el Cristianismo pero el chaquense era politeísta con una relación con la naturaleza muy profunda; quiso que sea su peón, pero el indio chaqueño no estaba acostumbrado a las cosechas y al trabajo a destajo, pues el indígena era seminómade, condición esencial de cazador recolector. Pronto ese primer acercamiento aparentemente pacífico y que tenía mucho de imposición, culminó en trágicos enfrentamientos entre ambos bandos. El indígena chaqueño no se resignaría a ser sometido por el blanco. Cuando la colonización llegó al Chaco a fines del siglo XIX, aventureros extranjeros, motivados por el gobierno nacional, implantaron empresas utópicas y maravillosas, teniendo en cuenta que el Territorio Nacional del Chaco ofrecía tierras y mano de obra casi gratis. Fue así como llegan al Chaco hacia 1872, los hermanos Hardy trayendo sobre sus hombros las primeras maquinarias para su complejo industrial del cual pronto se destacaría su ingenio azucarero. Continuaba la explotación del indígena. En su obra “El Gran Chaco y su imperio de Las Palmas” José García Pulido cuenta algunos detalles de cómo se utilizaba la mano de obra chaqueña dividida entre criollos, paraguayos y en su mayoría indígena: “Allá lejos se levantaban las carpas y los toldos; se trataba de tener al indígena lo más lejos posible y por supuesto estos no podían asistir ni a misa ni a otro tipo de celebración, estaban marginados de la sociedad y solo podían participar de ella para levantar la cosecha. Durante la primera década del siglo XX, se establece en la región del Chaco santafecino una empresa que será ejemplo de cómo se debe explotar al ser humano: “La Forestal”. La explotación del quebracho colorado a escala industrial demandaba gran mano de obra, y teniendo en cuenta la baja densidad poblacional para la época era un hecho que un importante porcentaje de esta mano de obra proviniera del sector indígena. La vivienda actuó como el medio más eficaz de captación de mano de obra, y también como mecanismo de coacción. La decisión de trabajar para La Forestal implicaba ingresar en sus dominios, y en su particular sistema de dominación . Es bueno aclarar que si bien esta empresa extranjera exprimió a los obreros y campesinos de la región, solo en un comienzo utilizaron mano de obra indígenas, por lo que redundar mucho en ella será disgregarse del tema concreto. Cuando la explotación forestal todavía deslumbraba por su poder productivo, aparecía en Chaco un textil que cambiaría para siempre la suerte económica de la región: el algodón. Y con él la necesidad de contar con mano de obra barata que en la región solo podía ofrecerla el aborigen. Cuando el algodón comenzó a tener mayor demanda, la necesidad de mano de obra creció; los clásicos “braceros” eran buscados por toda la región, por lo que los indígenas se volvieron muy necesarios, casi “indispensables”. No quiero pasar por alto que, por esta época, comienzan a introducirse junto con los inmigrantes que llegan a estas latitudes, nuevas ideologías que proponían la defensa del trabajo y de la libertad de pensamiento. Sospecho que influidos por estos y por otras formas de resistencias como la de líderes carismáticos “Milenaristas” y religiosos, los indígenas bebieron algo de estas enseñanzas y aprendieron que la explotación muchas veces se disfrazaba de benevolencia . A la hora de reclamar derechos aprendieron a plantarse ante sus patrones, exigiendo mejores condiciones de vida y de salario. Esto y la actitud perversa del patrón, generaron las tragedias más crueles que tenga memoria el chaco. Enumerar todas las masacres cometidas contra los indígenas podría ocupar páginas y páginas, pero solo me limitaré a mencionar algunas que en su momento fueron muy cruentas por la saña con que se abatió a estas etnias. En 1919 se produce la “masacre de Fortín Yunká” también conocida como “el último malón”, en lo que hoy es el pueblo de Sargento Primero Leyes, en el centro norte de la provincia de Formosa, donde 120 familias indígenas, aproximadamente, fueron salvajemente asesinadas por tropas del ejército como represalia ante un supuesto malón. Pero es la “La masacre de Napalpí” ocurrida en 1924 en el centro de la provincia del Chaco, el paradigma de masacre por causas productivas. Las autoridades del entonces Territorio Nacional del Chaco, encabezados por el gobernador Fernando Centeno, habían recibido quejas de parte de terratenientes y latifundistas poderosos de la región, en relación a la rebeldía que percibía en las etnias indígenas. Éstos se negaban a recoger el algodón aduciendo paga miserable y terribles condiciones de explotación y avasallamiento. Si no levantaban el precio y no mejoraban las condiciones los rebeldes emprenderían el éxodo hacia los ingenios azucareros de Salta o Tucumán. El resultado fue que Centeno y un grupo de policías y militares se llegaron hasta la reserva de Napalpí y masacraron a cerca de 200 aborígenes entre mujeres, ancianos y niños que se preparaban para marchar a los ingenios del norte. Como justificativo se adujo levantamiento indígena. Melitona Enrique de 107 años y una de las últimas sobreviviente de la masacre contaba: “vinieron con carabinas y machetes, con aviones con metrallas y no perdonaron nada, ni a mujeres ni a niños; solo oía gritos y llantos; mi madre me arrastró hasta el monte y fue así que pudimos salvarnos. Estuvimos varios días sin comer ni tomar agua, perdidos en el monte…” . En otra obra, escrita por qom y moqoit, parcialidades involucradas en el conflicto, Juan Chico y Mario Fernández relatan lo sucedido: “Al comienzo La reducción pretendía ser un ejemplo de trabajo agrícola y forestal. Los qom se dieron cuenta que era una estrategia para controlarlos, dejar liberada la zona para la colonización de tierras y al mismo tiempo aprovechar la mano de obra barata. Ese 19 de julio fue un día soleado. Los comisarios Sáenz Loza y Machado abandonaron bien temprano el cuartel montado en Napalpí, seguidos de 130 hombres bien armados en dirección a los toldos delos aborígenes. Alrededor de las 8 de la mañana rodearon el campamento. Minutos antes un avión del Aero Club Chaco II piloteado por el sargento Esquivel había sobrevolado la toldería, para luego comenzar a tirotear sobre ella. Y así comenzó la carnicería”. Actualmente siguen apareciendo nuevas voces que corroboran esta masacre: Pedro Jorge Solans habla de los intereses ocultos que existen detrás del genocidio aborigen en el Chaco en su libro “Crímenes en sangre” ; También Zaid, publicó una novela temática titulada “El año de la masacre” . Pero si bien “Napalpí” fue la masacre más cruenta, hubo otras que no tuvieron nada que envidiarle. En el año 1933 se produce en lo que hoy es la localidad chaqueña de Gral. San Martín, la “Masacre del Zapallar”, donde son asesinados decenas de aborígenes que marchaban hacia el pueblo a pedir algo de comida pues la crisis y la sequía los había devastado. La población blanca, temerosa de un malón supuso que era un ataque; a la policía no le importó la diferencia y abrieron fuego. Al frente iban mujeres y niños; murieron cerca de 200 aborígenes de la etnia mocoví. En esa línea de masacres también se inscribe la de 1947 ocurrida en un paraje formoseño conocido como “Rincón Bomba” cercano a la localidad de Las Lomitas; allí se asesinó a quinientos aborígenes pilagás por reclamar comidas y remedios y por negarse a trabajar. Esta matanza fue silenciada por casi 60 años, y recién en el año 2005. Para concluir diré que a lo largo de la historia americana el Indígena fue usado impunemente por los poderes de turno para ser sometidos y explotados. Muchos justificaron esa explotación con una mentira despiadada. Otros, como los religiosos, buscaron contener al indígena por medio de la fe y su capacidad de trabajo, Lo cierto es que solo un grupo étnico perdió en estas relaciones intrincadas. Quizás este ensayo adolezca de omisiones y defectos pero que conste que son absolutamente inintencionados e inocentes. Todavía mi provincia sufre con memoria ese constante avasallamiento de los derechos indígenas, sufre en silencio, detrás de cada explotado, detrás de cada voz que se levanta reclamando justicia, detrás de cada Melitona, detrás de cada indio anónimo que dejó su vida defendiendo sus tierras y sus derechos. Sabemos que la explotación es una acción que le queda muy bien al sistema capitalista, que muchas veces se disfraza caritativamente pero a la hora dela verdad rebela su rostro más fiero. Que más allá del justificativo, este ensayo sirva para seguir creyendo que la justicia existe, y, aunque tome el barco más lento, en algún momento llega. Ojalá así sea. Fabián Mancilla, Avia Terai, Chaco. BIBLIOGRAFÍA: ARENGO, Elena: “Civilization and its Discontents. History and Aboriginal Identity in the Argentine Chaco”. Tesis de Doctorado. Universidad del Estado de Nueva York. 1996. BARTOLOMÉ, Leopoldo: “Movimientos milenaristas de los aborígenes chaqueños entre 1903 y 1933”. Suplemento antropológico.Asunción,1972, pp. 107-120 BECK, Hugo: “Relaciones entre blancos e indios en los territorios nacionales del Chaco y Formosa (1885-1950). Cuadernos de Geohistoria Regional (N° 29), Chaco, Argentina, IIGH CONICET-FUNDANORD). 1994. BERGALLO, Graciela Elizabeth: “Ntonaxac. Danza en el Viento. 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POLONI-SIMARD, Jacques: “Historia de los indios en los andes, los indígenas en la historiografía andina: análisis y propuestas”.- Anuario del IEHS 15, 2000 SANCHEZ, Orlando: “Historia de los aborígenes qom (tobas) del Gran Chaco contada por sus ancianos. Edición bilingüe. Subsecretaría de Educación de la Provincia del Chaco.2008. SOLANS, Pedro Jorge: “Crímenes en sangre”. Edit. Librería de la Paz, Rcia., Chaco, 2008. TODOROV, Tzvetan: “La conquista de América” el problema del otro. Siglo XXI editores, Bs.As. , 2008. VIDAL, Mario: “Napalpí La Herida Abierta”. Librería de la Paz. Resistencia, Chaco. WACHTEL, Nathan: “Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570)”-Alianza Universidad, 1976. Zaid: “El año de la masacre”-Librería de la Paz, Rcia., Chaco, 2008.

jueves, 1 de agosto de 2013

YOCASTA

PRIMER CUENTO PUBLICADO POR UNA EDITORIAL.CREO QUE UNO DE LOS MEJORES... “Encuentro de la memoria”- rezaba la tarjeta, que varias veces había chocado su vista como una férrea secretaria del destino (vaya si no) empeñada en recordarle la invitación. Días atrás había recibido el sobre y estudiado detenidamente la posibilidad de darle un respiro a su acelerada vida, saturada de trabajo y orfandad filial. Seria la primera vez, después de mucho tiempo, en asistir a una reunión social. Veinte años de ausencias, sacrificios, lágrimas derramadas por los rincones, bien merecían un poco de aire fresco. La costumbre la había hecho reacia a las reuniones sociales pero esta vez no quería quedarse en casa. – Iré- se dijo para sí- más vale distenderse un poco. El vestido, el maquillaje y el cabello le robaron la tarde. A eso de las ocho, se halló ante la entrada del salón, con el temor propio de un adolescente. Descendió del auto y al instante sintió una rara sensación de hallarse en el lugar equivocado. Aun así, entró. La ráfaga de miradas que recibió la hicieron ruborizarse. Era una bella mujer a sus treinta y ocho años; en su cuerpo se notaba el trabajo físico y la buena alimentación. Buscó disimuladamente el lugar más alejado de la muchedumbre y allí se instaló. -“Este encuentro es un canto a la libertad y a la vida, Hablar de los ausentes es hablar de gente que nunca se ha ido. Este es un acto de reivindicación y de amor, una puñalada al olvido”- afirmaba el locutor. -Las miradas perdidas buscan cosas perdidas- opinó una voz detrás suyo. Al girar su cabeza, se halló con un joven de mirada melancólica que no coincidía con la indiscreción de su voz. _ Hola, soy Felipe. Mucho gusto- dijo el joven con cierto desenfado. _ Hola, dijo secamente ella. _Usted también busca a alguien- prosiguió él. _No, dijo mintiendo. Soy asesora jurídica de la “Asociación”. El joven sintió la indiferencia de ella pero no se dio por vencido. _Que raro, nunca la había visto por aquí- dijo él. _Lo que sucede es que trabajo en mi domicilio y raras veces salgo- dijo. El locutor seguía hablando de homenajes y recuerdos al compás de aplausos. De repente la mención de ciertos nombres, la hizo volverse, y fugazmente un triste recuerdo le atravesó la mente. Sus ojos se achicaron denotando tristeza. Pensó: “estará en alguna parte ignorando que existo”. La realidad la despabiló. Su joven acompañante no merecía ni tenía que ver con su tristeza. _Te sucede algo-dijo él, tuteándola. _No estoy bien. Es el calor que sofoca y cuesta respirar. _Si queres podemos salir y tomar un poco de aire- propuso. _Bueno- dijo ella. Sintió algo de vergüenza por caminar junto a un joven, casi adolescente, y que posiblemente tendría la mitad de su edad. Pero este muchacho la atraía. Cada gesto, cada palabra, le atravesaban la piel y la desarmaban poco a poco. La charla se volvió íntima, y lo inevitable en estos casos, comenzó a suceder. Sabía lo que él quería pero no deseaba oponer resistencia. La madrugada los halló en un hotel, presos de la pasión, las sabanas y el deseo. Se amaron a ciegas, sin temor, sin culpas. El loco frenesí, solo era interrumpido de a ratos por el necesario cigarrillo. Con ella recostada contra su pecho, el joven contó su historia: un incierto cariño hacia sus padres, su poco parecido con ellos, las preguntas sin respuestas, el pasado militar de la familia. Eso lo había acercado a la “Asociación”. En un breve instante, ella creyó conocer la historia, y un presentimiento terrible la paralizó. -¿Cuántos años tenès Felipe?-preguntó sintiendo poco a poco la adrenalina en su cuerpo. -Veinte- dijo él. Esa terrible coincidencia, hizo que su mente funcionara muy veloz y recordó claramente, algo que nunca había olvidado: un gran lunar similar a una mora cerca del pubis. Con perplejidad, con alegría, con miedo, deslizó su mano por debajo de la sabana, alentando íntimamente una remota esperanza(o quizá no).En un instante fugaz, eterno y terrible, en que sus ojos se enturbiaron, recordó una vieja tragedia griega que había leído en su adolescencia.

ATRASO in memoriam R. J.

Este cuento está inspirado en una persona muy cercana pero que no conocí, alguien a quien, según Paola le hubiera encantado dialogar conmigo, alguien a quien cuando hablaba de Perón le brillaban los ojos. En su memoria, este cuento. “Más vale tarde que nunca” se dijo para sí el viejo y cansado hombre, deshaciendo con un leve movimiento de cabeza, aquellas imágenes del pasado que tanto le dolían. Había vivido, eso sí, y nunca se había dado cuenta de la vertiginosidad de su vida. La Jimena siempre le reclamó sus continuas ausencias, su fantasmal figura nocturna, sus omisiones, su falta de cariño…Él era así. La vida había sido implacable con él en sus primeros años. Su primer trabajo, sus primeros pesos, maduraron su alma cuando aun la inocencia le cruzaba la cara. Odiaba estar solo; los amigos no eran amigos, eran fantasmas que espantaban sus recuerdos infantiles, personas que se acercaban por las dádivas, por su caridad, es decir nadies. Un machismo desbordante se había incubado desde aquellas épocas: la mujer y los hijos en la casa; mientras tengan que comer y donde vivir, nada más necesitan, pensaba. La adultez lo “atropelló” con urgencia, de golpe, como quien abre y cierra los ojos. Ese arrebatamiento vital dejó sus huellas: la inocencia le parecía cursi y una caricia o un gesto tierno podían llegar a interpretarse como debilidad. El no sería eso. El juego y el alcohol eran compañeros recurrentes en las noches interminables. Las mujeres fueron su felicidad y su perdición, amó y sufrió hasta el cansancio; los senderos de la política lo habían seducido y llegó a soñar con los “grandes ideales”, propios de un fiel peronista, uno de la vieja guardia, batallador incansable contra la “transa” y la corrupción. Los de la otra vereda crecían constantemente pero él moriría de pie defendiendo los ideales del “General”. La vida lo había endurecido y jugaba a ser roca, pero allí, en ese rinconcito íntimo de su alma era un “blando” que se enternecía ante la mirada de un niño. Juguetes y golosinas aparecían a raudales incontenibles algunos días. Sabía que estas compensaciones eran ínfimas, brillos pasajeros y fugaces que no hacían otra cosa que dilatar su miseria; jugaba a ser bueno pero en realidad se sentía detestable. Esa mañana se sintió raro. Pensó que todo se debía al cansancio de una semana agotadora. Cuando el mareo y los dolores lo ganaron, supo que algo pasaba. Luego: la nada. Lo blanco de la habitación se sumergió en sus ojos, el olor delató el lugar. Comprendió fugazmente. La voz, detrás de la puerta, sonaba amenazadora: “…los excesos lo devastaron…el alcohol…ahora debe cuidarse muchísimo.” Sintió un enorme deseo de salir de allí. La ansiedad por vivir se le había agolpado en el pecho. Un perro dormita en la vereda, la mañana escupe rugidos de automóviles y voces proletarias, niños que juegan, hombres que sueñan… ¿había vivido realmente hasta entonces? Un Aleph se despliega ante sus ojos: colores, lágrimas, besos, sonrisas, llantos… “Más vale tarde que nunca” volvió a repetirse el cansado hombre. “Cómo uno aprende en un minuto lo que ignora durante años”, meditó, mientras sus ojos se perdían en los rebeldes bucles oscuros de su hija que jugaba embelesada con una muñeca de trapo. Una sonrisa le ganó el rostro y las imágenes lo poblaron: …mariposas…triciclos…rostros…agradecimientos…manos duras y cansadas, lágrimas… ¡Rudecinda! ¡Rudecinda! ¡Salí, che! Tenemos que ir a la casa de la Jimena. Hoy ta’ murió el marido, vamos a acompañarla…para eso somos vecinas…che. Fabián Mancilla, 22 de agosto 2006

DONATISMO: PUJA DE INTERESES POLÍTICOS, SOCIALES Y RELIGIOSOS EN EL NORTE AFRICANO EN EL SIGLO IV.

Hablar sobre este tema no avizoraba un trabajo exhaustivo aunque si un trabajo salpicado de posibles errores y falencias. La decisión de bucear en el Donatismo estuvo movida por el deseo de indagar en una temática poco conocida por quien escribe ya que solo había tenido un breve acercamiento durante mi carrera de profesorado. Uno de los principales problemas con los que me topé fue la bibliografía, ya que, si existen escritos sobre el tema, están fuera de mi órbita, teniendo en cuenta que vivo en un pequeño pueblito perdido del Chaco argentino y se me hace muy difícil acceder a los centros urbanos en busca de material. Aun así me interesó el desafío y con la ayuda de internet y uno que otro estudio sobre el tema me aboqué a la labor, cuyo resultado es el escrito que sigue. En primer lugar, después de haber leído los datos encontrados, se me hacía difícil sesgar un tema ya que todo era un cúmulo de diversas interpretaciones y miradas diferentes. Al caer en mis manos un trabajo de E. Romero Posse , donde se compendian todos los trabajos sobre el Donatismo, se agravó la cuestión, ya que todos tenían una mirada diferente respecto al tema. La posición de André Mandouze reflejada en su artículo “El Donatismo representado como la resistencia a Roma en el África tardía” me pareció muy interesante ya que su idea de actuar solo sobre algunos puntos oscuros de la documentación base se identificaba con lo que teóricamente diagramaba en mi cabeza. Si bien Mandouze propone dos líneas de ideas extremas, que pueden servir como inicio motivador, no se puede pensar, es cierto, un trabajo donde lo religioso este despegado totalmente de lo político-social. Entonces decidí centrarme, a riesgo de parecer polémico, en la puja de intereses entre los distintos actores que influían sobre la iglesia cristiana norafricana del siglo IV. Intenté definir una mirada personal (pecando de marxista, si se quiere), no exenta de errores, que canalice dudas y que abreve en mi posición siempre inquisidora de que la iglesia fue (en muchos casos, aunque no en todos) la plataforma sobre la que surgieron distintos situaciones, a veces deliberada, otras coincidentes, para frenar y en muchas casos para condicionar a la clase social que brindaba su fuerza de trabajo. INICIOS DEL CRISTIANISMO EN ÁFRICA La cristiandad africana se remonta a la época de los apóstoles. Alguna tradición asegura que el primer cristiano que llegó a Alejandría fue San Marcos . Esto sucedía en el año 61 de nuestra era. La región africana desde los primeros siglos fue la patria de muchos santos y religiosos, teólogos, escritores y mártires. Aquí es bueno aclarar que por aquellos tiempos el territorio considerado África era solo la parte norte, ya que el sur y el centro son de exploración tardía. Los inicios del periodo histórico datan del 180 cuando aparecen los primeros grupos de mártires y el cristianismo se propaga rápidamente. Alrededor del año 200 se registran algunas persecuciones romanas en Cartago y en otras provincias. Todas estas noticias llegan a través de los escritos de Tertuliano . Las Actas de los Mártires Escilitanos en África son el documento histórico más antiguo de la iglesia africana y a la vez el primer documento escrito en lengua latina en este continente. ORIGENES DEL CISMA Para entender correctamente al movimiento donatista debemos remontarnos a un periodo donde todavía el cristianismo no era religión oficial. Entre los años 304 o 305, el emperador Diocleciano desata una serie de persecuciones contra los cristianos. Muchos de los líderes religiosos apresados en esas revueltas fueron obligados a entregar las copias de las Escrituras que pertenecían a las congregaciones y sobre las cuales se basaba su fe cotidiana. A estos “Traditores” que cedieron en su fe, se los condenó por cobardes. Por la misma época, la admiración de los cristianos africanos por sus mártires se convirtió pronto en culto exagerado, al margen de las normas cristianas. Ante esto, el obispo de Cartago, Mensurio, critica estas manifestaciones desmedidas hacia los mártires, encontrando fuerte rechazo de parte del pueblo; idéntica postura adoptará Ceciliano, en ese momento archidiácono de Cartago, quien reprendió públicamente a la matrona Lucila por su desordenado culto. Esto le generó una fuerte enemistad con esta dama rica y poderosa que como veremos tendrá consecuencias posteriores muy negativas y que influirá notablemente en el futuro cisma cristiano. En el año 311 muere Mensurio, obispo de Cartago, y lo sucede Ceciliano. Esta decisión fue duramente cuestionada ya que se consideraba a éste último un oportunista, un “lobbista” del imperio, con una espiritualidad mediocre e intransigente en sus tratos. Fue acusado de parcialidad en sus tratos con las víctimas de la persecución y, al parecer, la Iglesia dudaba mucho de su capacidad como pastor. Pese a las sospechas populares, aun cuando Ceciliano mismo no había sido “traditor” en las persecuciones, se creía que uno de los obispos participantes en el acto de su consagración había caído en falta. Esta situación dio pie a su vez para que los donatistas rebeldes propusieran la rebautización, cuestión que atacaba a uno de los principales sacramentos del Cristianismo. Y esta fue la chispa en la mecha que encendió la llama que se propagaría por toda África, y que se traduciría como uno de los mayores cismas de la Antigüedad tardía. EXPANSIÓN DEL DONATISMO Ahora bien. Estos disidentes o herejes ¿tenían razón en sus cuestionamientos? ¿O eran jugadas de líderes localistas para escapar a la influencia romana? Coincido con Driver cuando dice que “estos confesores sencillamente seguían la tradición de los grandes cristianos africanos, Cipriano y Tertuliano, que pensaban que el poder para atar y desatar residía en la comunidad cristiana”, aunque agrego que no era una afirmación totalmente inocente, pues esta declaración representaba un desafío a la jerarquía eclesiástica y por extensión a Roma, ya que por esa época Iglesia y poder político eran una misma cosa. El donatismo llegó a ser un movimiento popular. Se formó en Cartago de la reunión de un amplio sector de disidentes contra la consagración de Ceciliano y de un grupo muy grande representado por los pastores de las congregaciones rurales esparcidas por la provincia de Numidia, en la misma África. Los factores que dieron cohesión y solidaridad al movimiento fueron la memoria viva del testimonio reciente de los mártires y confesores africanos y una adhesión comprometida a la teología de Cipriano. Fue un movimiento popular explosivo que se extendió rápidamente. Para el año 392 San Jerónimo escribió que «la religión de Donato ha ganado a prácticamente todo el África». Durante la última mitad del siglo cuarto, ni siquiera los emperadores romanos pudieron prevalecer contra ellos. La gran aceptación que tuvo el Donatismo en África creo, pudo deberse en primer término a la gran capacidad de mimetización que tuvieron algunos líderes en las regiones urbanas y rurales como Macrobio o Parmesiano. En segundo lugar a cuestiones políticas y económicas. Aquí mismo hallo un fuerte paralelismo con la situación previa a la Reforma Protestante de Martin Lutero en el siglo XVI, donde la minorías incultas o semipreparadas no tenían acceso a los escritos sagrados a no ser por rusticas copias guardadas como oro, y donde esta situación generó un fuerte desafío a la Iglesia establecida. Aquí en África el latín también era la lengua oficial y nunca llegó a escribirse nada fuera de este idioma. Por lo tanto creo que El imperio necesitaba tener a raya a las muchedumbres y no le convenía en lo más mínimo que cada fiel ensayara una interpretación de las sagradas escrituras, vaya que después tenga que andar sofocando cismas a diestra y siniestra. Era más viable controlar a cada líder o cabeza visible que a una muchedumbre enardecida. Por lo tanto no resulta rara la afirmación de Driver cuando dice: “Los disidentes no pudieron menos que ver las implicaciones imperialistas de esta política y se referían despectivamente a la Iglesia católica en el África como «ultramarina». Y acusaban a sus obispos, no sin razón, de ser «agentes del imperio ». Como para reforzar esta afirmación podemos mencionar el accionar de Agustín de Hipona quien con una dialéctica exquisita refuta constantemente a los donatistas, aunque su verborragia no deja de ser apologética. El desarrollo de la línea donatista se basó en una cuestión religiosa aunque no por ello cargado de tintes sociales y políticos. Mi sospecha de la puja de intereses y que coincide con algunos autores, se podría ejemplificar con algunos hechos particulares como por ejemplo, durante la jefatura de Optato en Numidia, el donatismo funcionó como una Iglesia en armonía con la política de Gildo. Esto resultó cómodo en la medida en que el donatismo consiguió un apoyo completo del poder secular para afirmar su dominio en la región. De esta forma la iglesia donatista llegó al pico de su poder y desarrollo durante esta época. Pero debemos creer que no toda la jerarquía donatista compartía esta posición sino que acompañaban el liderazgo indiscutido de Optato, consciente de los beneficios que este alineamiento político otorgaba a su iglesia. La dirigencia donatista de hecho encerraba diferentes intereses y no hay por qué pensar que su unidad era homogénea, como de hecho tampoco lo era la perspectiva de la Iglesia Católica. La cuestión era religiosa pero detrás se escondían intereses políticos imposibles de ignorar. En lo relacionado a los objetivos seguidos por los donatistas, Mac Gaw sostiene que apuntaban a una Iglesia nacional aunque Frend va más allá y habla de una única Iglesia, es decir lograr la unidad total de la cristiandad. Por su parte F. Martroye descubre que el cisma nunca dejó de ser un movimiento local ya que nunca traspasó las fronteras africanas, exceptuando casos aislados. También resultan muy importantes ciertos elementos que contribuyen a mi idea de la puja de poderes. Los objetivos entre la jerarquía donatista y las clases trabajadoras no siempre comulgaron. Prueba de esto es que hubo constantes disidencias entre la jerarquía eclesiástica y los fieles. Por ejemplo cuando Optato cayó en desgracia, la jerarquía le dio la espalda, mientras que los fieles no abandonaron su sentimiento hacia su líder. Así, entonces el donatismo canaliza en él a distintas posturas pero en especial va a captar elementos de la plebe urbana cartaginesa y campesinos pobres de Numidia. Los pueblos del interior de África, radicados lejos de Cartago en las provincias rurales, tales como Numidia tendían a ser pobres, en contraste con la elite católica cartaginense de orientación colonialista y con fuertes lazos socioeconómicos con Roma. Para los pueblos berebere del altiplano numidiano, el donatismo representaba una expresión de esperanza en medio de sus luchas por sobrevivir y sus profundos reclamos frente a las injusticias inherentes en el orden socioeconómico imperante. Sumémosle a esto la situación de estos pueblos, que influidos por la distancia, no llegaron a tener una romanización plena. Tales tensiones influyeron en las relaciones eclesiales. Esta combinación de las clases bajas norteafricanas y el liderazgo del episcopado numidiano contribuyeron fundamentalmente al surgimiento del donatismo en el África. Si tuviera que representar un esquema de cómo se expandió este movimiento diría que se inició como un reclamo de cuestiones jerárquicas (la cuestión del bautismo) para gradualmente desplazarse hacia temas más sociales y de la gente común que profesaba la fe donatista (estas muchedumbres vieron la posibilidad de desprenderse de la presión sofocante del imperio). EL CISMA SE CONCRETA Ya habíamos dicho que el pueblo no aceptaba a Ceciliano. A esto se agregaba que el nuevo obispo se había enemistado con una de las mujeres más ricas de la zona, Lucila ; y debemos suponer también (pues esta es la esencia del tema) que más de uno ambicionaba el lugar de Ceciliano. En este Contexto es que Donato, obispo de Casas Negras consuma el cisma, unificando a toda la oposición. Prontamente Donato convoca a un sínodo al que asisten 70 obispos de Numidia encabezados por Segundo de Tigisi. Es convocado también Ceciliano pero no se presenta, por lo que declaran nula su consagración y lo deponen, eligiendo y consagrando en su lugar a Mayorino, el candidato favorito de Lucila e integrante de su familia. Aquí es bueno apuntar que la jerarquía donatista estaba embarcada en una lucha de poder enorme y si bien hablaban del resguardo de la pureza de la doctrina y de lo que podía impactar en los fieles, lo que perseguían sin duda era hacerse con el poder, pues manejando la religión manejaban los demás aspectos de la sociedad. En este punto aparece Constantino, convocado por la facción ceciliana de los donatistas. Este emperador, interesado en la unidad política del imperio, citó a las partes en el conflicto africano a una audiencia imperial en Roma ante la presencia del obispo romano, es decir ante el papa Milcíades (311-314) . Pero al final, y lógicamente por influencia de Constantino, y a su vez influido por Osio , se termina juzgando arbitrariamente, y decretando la inocencia de Ceciliano. Debemos entender en este punto de la narración que tanto al emperador como el jefe de la iglesia romana no les convenía una iglesia independiente en el África, puesto que esta región era una zona colonial muy importante y estratégica, y a las antiguas legiones romanas les había costado sangre y lágrimas hacerse con ese bastión africano como para perderlo por causas de disputas internas. Creo que tampoco el emperador supuso las graves consecuencias que acarrearía este error político de favorecer a uno y desairar a otro. Luego de esto, y al no conformar a los donatistas la resolución, se convoca a un segundo sínodo en Arles, al que asisten representantes del papa y las partes en conflicto, ratificando lo resuelto en el primero. En el norte del África, enterados de la noticia, sólo hubo una resistencia aún más decidida ante esta decisión imperial. APARECEN LOS CIRCUNCELIONES, FUERZA DE CHOQUE DONATISTA Después de concretado el cisma, la iglesia Donatista debía fortificarse pues sabía muy bien que se avecinaban tiempos difíciles. Si bien contaban (como dijimos anteriormente) con el apoyo de algunas ricas familias de Cartago, como Lucila, eso no era suficiente para hacer frente a la poderosa iglesia romana. Lo primero que hará Donato, quien había asumido el liderazgo a la muerte de Mayorino, después de volver de Roma (tengamos en cuenta que había sido retenido por Constantino por un buen tiempo, junto a Ceciliano), será organizar su Iglesia y buscar estrategias que la fortifiquen. Debo suponer, en contraposición con varios autores (entre ellos Adalbert G. Hamman ), que la Iglesia africana no se encontraba tan fuerte como se pensaba y que la idea de la poca influencia romana en esa zona rural si se quiere (esto también es discutido) , es una teoría muy floja. Prueba de ello, según mi criterio es la aparición de los circumceliones como fuerza de choque, como brazo violento de los obispos donatistas rebeldes, y como función principal para ganar prestigio y poder real. Los cicunceliones han sido el factor más representativo del cisma donatista, pues a partir de ellos el donatismo fue un movimiento a temer en todo sentido para Roma. Uno de los principales problemas con el que choqué al analizar los textos que hablan de los circumceliones es su origen, por un lado, y su inclusión en la ley por otro. Pero antes que nada diré que es bueno hacer una disociación de los circumceliones como objeto de estudio. En primer término tenemos a los circumceliones que se levantan en BAGAI (testimonio recogido por Optato, cronista religioso tendencioso) donde hay apoyo religioso enmarcado en una revuelta popular campesina, resultado del descontento popular por la situación crítica que generan las deudas. Aquí podemos ver a este movimiento como consecuencia de una protesta social. Por otro lado los circumceliones aparecerán denunciados por Agustín de Hipona ya que actúan manipulados por sectores donatistas que construyen poder interno y externo a partir de acciones violentas. Con relación al origen de ambos grupos de circunceliones es el mismo pero se diferencian en los objetivos y en los contextos; unos serán rebeldes campesinos oprimidos por deudas y otros, instrumentos de ambiciones políticas de grupos internos donatistas. Es con la aparición de estos que podrá observarse más claramente como esa tensión de poder entre las distintas jerarquías donatistas y también de católicas, los llevará a crueles enfrentamientos. Según la visión de García Mac Gaw , a la cual adhiero, las estructuras eclesiásticas donatistas no eran diferentes a la de los católicos romanos, ya que según su criterio, el Donatismo fue una variante institucional de la Iglesia ortodoxa y que se diferenció de la iglesia romana solo por los objetivos. Nuestro autor es muy claro en su apreciación de la jerarquía donatista puesto que no ve diferencias con la católica ya que en ambas existen pujas por el poder y la influencia. Esta misma jerarquía, aunque solo una parte, inescrupulosa y trepadora, será la que eche mano al recurso de la violencia y de vía libre a los circunceliones para sus acciones. Pero en determinado momento, se cree que hacia el año 330, estos grupos campesinos escapan a los objetivos impuestos por los obispos y ya no pueden controlarlos, estableciendo pautas de conducta y móviles de acción propios. Optato es el primero que los nombra, pero Agustín los define cuando nos dice que los circunceliones son llamados así porque merodean alrededor de los graneros. Bueno, aquí los autores no se ponen de acuerdo acerca del verdadero significado el término “circunceliones”. Frend dice que es una secta de monjes itinerantes que vagabundeaban alrededor de la “Cellae rusticanae” es decir los altares con alimentos que se erigían en las aldeas africanas y disiente con la idea de Agustín de que eran graneros. Aquí encontramos la primera referencia a los mercados — señalados en la fuente como “nundinae” —, que no sólo operaban como espacios de intercambio, sino que también eran centros de comunicación y lugares donde se reafirmaban los liderazgos locales. Esto creo refuerza mi idea de la puja de poderes, ya que en estos lugares se podían observar a las distintas facciones hacer sus negocios y defender sus intereses. A pesar de los potenciales problemas que podían generar las nundinae, los romanos trataron de desarrollar y controlar estos mercados. Mac Gaw dice que los romanos en estos mercados podían supervisar las relaciones entre sus campesinos y los extranjeros, se aseguraban una periódica realización de la producción de sus tierras, y disponían también de un adecuado lugar de concentración para recolectar las rentas que debían los productores al estado. Las autoridades a su vez podían ejercer desde allí un control sobre el espacio rural, como lo demuestra la represión posterior de las tropas romanas convocadas por los propios obispos donatistas que terminó en una sangrienta masacre. También se habla que esos lugares como el punto en que los trabajadores ofrecían sus servicios en los períodos en que aumentaba la demanda laboral de acuerdo al carácter cíclico de la producción agraria. Por lo tanto y según mi criterio, es muy posible que en este ambiente se gestara el violento grupo circuncelión y fue allí que algunos sectores donatistas vieron la posibilidad de explotar a estas masas de trabajadores como fuerza de choque en pos de sus intereses personales. Aunque algunos autores como Optato dicen que eran hombres que vagaban por doquier conducidos por ciertos líderes, Monceaux se pregunta si no eran marginales desclasados y andrajosos, indígenas fugitivos, colonos arruinados o campesinos desposeídos. Por su parte C. Lopelley propone la teoría de que pudieron haber sido pequeños campesinos propietarios, o arrendatarios, que ante situaciones críticas acudían a sus vecinos poderosos a pedir préstamos a cambio de su fuerza de trabajo. También, y para tener más claridad sobre estos personajes, analicemos el accionar circuncelión. Al defender aspectos de la doctrina donatista recorrían los caminos diciendo que deseaban vengar las injurias, reparar las injusticias y restablecer la igualdad entre los hombres. Daban la libertad a los esclavos, absolvían de sus créditos a los deudores, desocupaban las cárceles e inundaban la sociedad con la muchedumbre de ladrones y asesinos que se encontraban en los presidios. Hacían bajar de los carruajes a los amos y subir en ellos a los criados que les daban escolta. Siguiendo algunas ideas de Optato podemos afirmar en consonancia con lo que piensa Mac Gaw que estos aplicaban una especie de extorsión organizada (se mencionan que se hacía por medio de cartas) y era muy posible que a éstas la tramaran personas con cierto grado de educación, puesto que sabían de la necesidad del campesino y la aprovecharan para motivarlos al levantamiento. Es interesante la posición de algunos autores que mencionan algunas contradicciones en los escritos de Agustín como de Optato con respecto a los circunceliones. Por un lado dicen que son grupos fuera de la ley, renegados sociales, pero por otro, a la hora de castigarlos los ubican en una determinada categoría social. En el Edicto de Unión del 30 de Enero del 412 el emperador Honorio encomienda a sus súbditos renegar de la herejía donatista bajo amenaza de penas fijadas de acuerdo a la jerarquía social de los infractores. Esta escala descendente comienza con los inlustres, cuya pena corresponde a 50 libras de oro, y termina con los coloni sometidos al castigo físico. Los circuncelliones se colocan inmediatamente después de la última categoría de hombres libres, los plebei, y antes de los servi. El problema podría resolverse afirmando que ambos autores religiosos los ubican en un nivel eclesiástico mientras el Edicto que categoriza el grupo, lo hace desde un nivel puramente económico, que era por otra parte el verdadero interés del imperio. Lo cierto es que tanto Agustín como Optato embarraron el terreno a la hora del entendimiento ya que sus testimonios son puras expresiones propagandísticas y apologéticas. Un autor analizado por Mac Gaw, Saumagne ha destacado correctamente que la fórmula del edicto implica que al aparecer como un ordo semejante al de los decuriones, mercaderes, etc., este estamento comprende indiferentemente a ortodoxos y cismáticos y que los disidentes devueltos a la fe católica no dejaban de contar igualmente en su seno. Para H. J. Diesner los circunceliones son grupos de fanáticos religiosos cristianos de las capas inferiores de la sociedad que en las últimas persecuciones representan la resistencia al estado pagano por la búsqueda voluntaria del martirio o la dignidad de confesar la fe. Este autor rechaza la explicación de Frend (quien habla de santuario=cella) y se aferra a la explicación tradicional que es la de aquellos que buscan provisiones alrededor de los poblados. Otros autores también proponen puntos de vista diferentes como por ejemplo O. Vannier quien en un trabajo publicado en 1926 analiza un párrafo de Optato y dice que hasta el año 347, año del problema en Bagai, los circunceliones nada tienen que ver con los donatistas. Este dice que estos surgen de la miseria y de las desigualdades sociales, independientemente de las polémicas religiosas. Según este autor Optato confunde las revueltas agrarias con las querellas religiosas aun cuando pasajeramente se unieron ambos intereses, aspiraciones sociales de unos con las problemáticas religiosas de otros. Llega a una conclusión cuando dice que los circunceliones son el resultado de la decadencia económica de África. Pero para redondear la idea acerca de los circunceliones diré que fueron un grupo humano proveniente del sector rural, quizás mesclados con uno u otro elemento urbano, que al encontrarse en una situación de presión económica, no dudaron de integrar las filas de los donatistas y ser útiles a sus intereses, siempre y cuando pudieran cumplir también en parte los propios. Lo cierto es que analizando una u otra teoría referida a estos grupos, los circunceliones van a cumplir un papel más que importante durante un determinado tiempo en la sociedad africana. Digo durante un tiempo ya que la inestabilidad era una característica de estos grupos y el principal argumento para entender sus acciones esporádicas como “bandidos”, oscilando entre una ocupación estacional y la marginalidad momentánea. Sus continuos hechos de violencia llevarán a que se los estigmatice y que incluso un sector de la jerarquía donatista reclame la fuerza militar romana para reprimirlos cuando ya no puedan contenerlos. Es el caso de la violencia desatada contra Macario y Pablo, enviados imperiales, instigada por algunos miembros de la jerarquía donatista. A partir de allí se organizará la identidad Circunceliones- donatistas sin que necesariamente todos los participantes de la revuelta campesina pertenecieran a esa iglesia. Es en esta parte clarificadora la distinción de Vannier cuando dice que los clérigos de la campaña eran, si no cómplices de las violencias, por lo menos favorables al movimiento popular, mientras que los obispos buscaban no mezclar los asuntos religiosos con los sociales. Haya sido de una u otra forma de participación lo cierto es que los circunceliones quedaron marcados a fuego en la historia de la iglesia africana como el brazo violento donatista y ya no podrá ser de otro modo. Este movimiento comienza a declinar cuando San Agustín comienza a desatar toda su fuerza intelectual contra ellos. Este resumió en estos puntos el debate: a) No accionar coaccionar a los donatistas; b) Exponer incansablemente la verdad, y c) Conseguir un debate público entre católicos y donatistas. Se trataba de luchar con documentos efectivos y oficiales que explicarían las causas del cisma, y de discernir doctrinalmente el principio donatista de la necesidad del estado de gracia en el ministro para conferir válidamente el Sacramento del Bautismo. Se realiza una Gran Conferencia en Cartago con un enviado del emperador y este da definitivamente la razón a los católicos, obligando a los donatistas a volver a la unidad bajo pena de confiscación de bienes, prisión o destierro. El fin oficial de la doctrina donatista aunque todavía muchos siguieron rebeldes y persistieron en sus ideas a pesar de las represiones del emperador HONORIO (395-423). Fue una subsistencia debilitada con un precario resurgir durante la dominación de los vándalos, para extinguirse definitivamente a la llegada de los árabes. Resumiendo, y volviendo a los planteos historiográficos que fueron el punto de inicio de este trabajo es imposible hablar de Donatismo sin mencionar a los circunceliones o a los padres de la iglesia norafricana de esos siglos. Es cierto que esta temática por la infinidad de posturas y teorías puede llegar a resultar oscura y tediosa, aun por la lejanía, pero aquí es esencial discernir algunos aspectos claves e iniciales como el problema del bautismo o la aparición de los circunceliones. Resulta evidente no poder obviar la carga histórica que recogen los temas señalados, al margen de que sean analizados recortadamente: he omitido muchas opiniones aunque no pude evitar mencionar a autores como Frend, Mandouze, Vannier, Optato o Agustín de Hipona; no pude despegarme de la idea de que algunos personajes inescrupulosos, escudados tras el manto clerical, hayan utilizado la emergencia de los campesinos africanos como herramientas eficaces es su lucha por acrecentar poder. Y no fue mi intención intentar una respuesta pro o antidonatista (alguna vez se acusó a Frend de Protestante parcial y anticatólico) sino de acercarme a esbozar pautas que pudieran justificar, en principio mi idea, involucrando condicionamientos socio-políticos ineludibles en la estructura, la aparición del cisma donatista. Esta elaboración dista mucho de una visión acabada sobre la temática pero humildemente intenta acercarse a esbozar una teoría sobre un tema lejano y no de fácil resolución. Creo haber estado a la altura de las expectativas que la temática requería; si no es así que al menos el intento colabore a engordar mi experiencia y a señalarme errores perdonables en el aprendizaje. El autor.

viernes, 15 de marzo de 2013

ADIÓS

MI ÚLTIMO CUENTO. ME GUSTA MUCHO TAMBIÉN AL IGUAL QUE EL PRIMERO... Tengo miedo. Pero no es un miedo común, no sé cómo explicarlo. Es un miedo que me atrae y me arrastra decididamente entre temblores y deseos, un miedo que se traduce en un grito silencioso, que previene, que ajusta las riendas, pero que sin embargo encuentra a esas manos, otrora fieles, prontas a transitar el camino del territorio inexplorado. Por mis venas afiebradas potros desbocados corren. Hordas herejes arrasan impunemente: he luchado denodadamente, he dado todo de mí, pero estos bárbaros Atilas desconocen la piedad, la vergüenza, el pudor…Mis ojos imploran una ayuda que no vendrá. Estoy sola y con dudas, eso me condena. Presiento, en esta rara noche, que todos los senderos terminarán en el mismo sitio. Las manos, esas suaves y comprensivas manos, esas tiernas extensiones del cuerpo que incontadas veces sostuvieron este cuerpo abatido por la tristeza adolescente, ellas que abrazaron, que acunaron pacientemente este sueño púber, hoy buscan y exploran con otros ojos, esquivan un poco creíble rechazo, derriban decididamente estas barreras de paja que les impongo, permutan antiguas y castas caricias por inquietos y transgresores dedos. Estas manos alfareras, tantas veces oferentes, profanan hoy obscena y decididamente. Un mapa aerodinámico y sensitivo, mi cuerpo. Bahías y trópicos frondosos, médanos turgentes y sierras elípticas. Es intensa la noche que lentamente muere y se deshace en sonidos. Estoy parada ante un largo camino. Comienzo a desandarlo lentamente; descubro que detrás de mi paso todo se borra. Salto un muro, dejo atrás la virtud; escalo decididas montañas y llego hasta la cima. Cierro los ojos. Un aroma profano colorea mi rostro. Sudo. Pienso hacia atrás: mi infancia se acurruca en recuerdos. Descubro nostálgicamente una figura de niña que se aleja. El alma se rasga y un cuadro se mueve de lugar. Lentamente mi cuerpo vuelve a su peso normal. Una espalda móvil, una figura sin rostro que se achica al compas de pasos. El golpe suave de una puerta me dice que una historia se cierra (o quizás comienza). Poco a poco mi cuerpo es abatido por una tristeza nueva. Mi inocencia se disipa en lágrimas que humedecen las heridas sábanas.