REVOLUCIÓN

REVOLUCIÓN
"Consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos..."

jueves, 21 de agosto de 2014

“DEQUERERTEQUIERO”

Vuela querubín, vuela por mi cielo Llora por las noches, cura mis defectos. Lévame al alba con tus tristes ruegos Enseña a ser padre, cura mis defectos. Hace muchos años te soñé despierto Te acune en mi alma, tocaste mis dedos. Moviste ilusiones, rompiste silencios Pergeñaste amores, noveles, secretos. Pero tu semilla, fruto de otros tiempos Volaron perdidas por negros desiertos. Rogaron por agua, rogaron por viento Clamaron por sol, las secó el silencio. Y la brisa suave delos tiempos nuevos Las mudó con sueños hacia nuevos huertos. El día aclaró, se acabó el silencio. Mi triste jardín se colmó de cielo. Es dura la lucha de amar aquello Que creció sin agua, solo en el desierto. Las palabras duelen, duelen los ejemplos. A veces el odio se entibia en tu pecho. ¡No sabes las ganas dequerertequiero! No sabes mi esfuerzo de amarte en silencio. Querubín mi niño, mi querido negro, No retes al aire, yo igual te quiero. Quiero que mañana vueles por los cielos Por esos mis ruegos, por eso mis retos. Detrás de esos muros se esconde lo bello Pero hay que escalarlo con pasos muy lentos. Me faltan palabras, a veces no puedo Lloro por no ser un padre correcto. Yo quisiera tanto contarte secretos Llorar con tus ojos, reír con tus gestos. Pero están vedados a mis tristes sueños De padre inconcluso, de padre imperfecto; Ese amor filial, tu voz y tu tiempo Tan solo me ofreces resabios de afectos. Tú sufres llorando, yo sufro en silencio Tu sientes la “falta”, te tengo y “no tengo”. Quizá la costumbre, el amor, el tiempo, Sembrará cariño, amistad un “te quiero”. Observé una flor y a ese jardinero Ofrecer cariño, cariño sincero. Tenía tus ojos, tus manos, cabellos… Tenía tu sonrisa, mucho de tus gestos. Un grito a lo lejos, me llegó por ecos La voz tibia y clara, dicha con afecto: “mírame a los ojos, yo te estoy queriendo Estoy que no doy dequerertequiero”. Me ganó la calma, se impuso el silencio Me sentí tranquilo, te sentí contento Habló mi conciencia, golpeó el silencio: “es tiempo de amor dequerertequiero”. Ama sin temor, ama sin recelo Habla por tus ojos, fúndete en mi pecho Corazón de ángel, dequerertequiero Grítalo un poquito, querubín, mi negro… Fabián, 11-12-2008

¿PORQUÉ ESCRIBE EL QUE ESCRIBE?

Escribir es una actividad un poco triste si la miramos desde un ángulo social, de la crítica, del reconocimiento por parte de una comunidad. Pero también es cierto que cuando los que escriben (me incluyo en ese grupo) saborean mieles, es esa misma sociedad que antes te condenó, que te juzgó lapidariamente, la que te posiciona en un lugar preferencial. Escribir es ingrato y cuando digo esto me remito a los orígenes de toda escritura personal ¿Quién no ha sido tratado de “mariquita” en los años de escuela primaria cuando algún compañerito nos descubría alguna frase o poema rústicamente elaborado en las hojas de nuestro cuaderno de tareas? La secundaria, un poco más justa, tenía a una legión más numerosa entre las filas del romanticismo, lo cual no impedía algún rubor de aquél solitario compañero que escribía cartas o discursos. Ya mayorcitos nos animábamos sin temor al que dirán a escribir y poder contárselo a cualquiera, y sin por esto dejar de ser macho. Admito que entré al mundo de la las letras por varias razones pero por una en especial: la humildad extrema de mi familia; y cuando digo humildad digo particularmente pobreza. La televisión era un lujo lejano y pasajero soñado en casa de vecinos; los libros con dibujos y juguetes eran escasos por lo caro; solo la radio compañera alegraba nuestros días con su música y alegría. Ante este panorama, no me quedaba otra que indagar en los cuatro grandes tomos de un diccionario SOPENA que nos había comprado nuestro padre a mi hermana mayor y a mí cuando promediábamos la escuela primaria; éstos, con sus mitologías y las famosas “Tony” y “Nippur”, revistas que traía de casa de mis tíos cada vez que los visitaba, eran el alimento a mi ávida fantasía adolescente. Así aprendí a leer y a soñar con mundos maravillosos y lejanos. Y ya nunca más deje de leer. Recuerdo las quejas de mi madre a causa de mi voluntario ostracismo en mi pequeña (lo dudo mucho) y maravillosa pieza, mundo este donde lo leído se hacía realidad por las noches y perplejidad durante el día. A esa edad y en ese momento supe que debía escribir. Y escribir fue una manera de demostrarle al mundo que yo era alguien, que mis carencias no me impedían lograr lo que me proponía, que no era solo aquél muchacho retraído y tímido, sino alguien con voz propia y muy personal. Y ya los libros fueron míos. Creo que a la mayoría de los que escribimos nos pasa o pasó algo similar, con sus matices necesarios; alguna vez escuché la frase: “la pobreza estimula el talento” y creo que algo de eso ocurre realmente. No sé si tendré talento (lo dudo mucho)o algo por el estilo, pero lo que es seguro es que particularmente las carencias infantiles y adolescentes me ayudaron a encaminar mi vocación y mis gustos por sendas precisas y maravillosas; aprendí a leer con el corazón y no solo con la vista, supe de una vez y para siempre que cuando uno descubre la magia detrás de las palabras queda encandilado con ellas y ya no puede vivir sin ellas; Aquellas “faltas”, aquellas “omisiones” productos de la pobreza, fueron “pepitas” embarradas que el tiempo limpió. Escribir escribimos todos en algún momento de nuestra vida, aun aquellos que se consideran analfabetos y tienen alguna frase o pensamiento feliz, y el azar o el destino les adjudique un escriba que inmortalice esos pensamientos. Jesús mismo, según los evangelios, solo escribió una vez y sobre el polvo de un camino, sin embargo su pensamiento es más actual que nunca. Pero volviendo a la idea anterior, a la de escribir, diré que cuando decidimos escribir y de verdad, debemos poner allí el alma, el corazón, sacar tanto lo bello como lo oscuro de nuestro interior, y blindados con una formación teórica que nos permita conocer el terreno. Por lo tanto y volviendo al título de este pensamiento ¿Por qué escribimos los que escribimos? Porque sin ello seriamos incompleto, porque cuando elegimos un destino debe ser de una vez y para siempre, con una certeza dicha a mansalva, con pasión. Porque al elegir las letras, la lectura, la escritura, estamos eligiendo formarnos en la libertad, independientes de todo pensamiento asfixiante y castrador. La escritura nos abre puertas, porque para escribir bien primero hay que aprender a leer bien: “No llegue a ser quien soy por lo que escribí sino por lo que leí” decía el gran “Georgi”. Leer implica un compromiso moral con uno mismo y ese contrato interno tiene su eco en nuestra escritura. Escribir, por lo tanto, no es solo llevar palabras al papel, es poner nuestros sentimientos, nuestras ideologías, nuestras pasiones y deseos en juego, es decirle a la sociedad sin miedo ni rubor que este soy yo y esto es lo que pienso. Llegará el día (se los prometo) en que la lectura sea agua y la escritura sea aire. Fabián Mancilla, agosto 2, 2011.

ELOGIO DE LA HUMILLACIÓN

ELOGIO DE LA HUMILLACIÓN
Todos de alguna manera deseamos, en algún momento de nuestra agitada vida, ser personas de bien, alguien a quien la sociedad identifique como ejemplo de ciudadano, padre o madre de familia ejemplar, nadar en un océano de dignidad y caminar lentamente por la senda de la realización personal. He aquí algunos consejos que no pueden dejar de tenerse en cuenta a la hora de aspirar a tan ansiado “status”: • Por empezar debe andar bien vestido y limpio, vaya de que se lleven una mala imagen de usted (si no tiene para comprar ropa adecuada y no tiene aljibe para juntar agua es su problema); • Debe ser una persona dócil y tranquila, recibir las caricias sobre la cabeza como si nos la diera nuestro abuelo más querido( si tenemos un perro faldero veremos que se siente); • Ser agradecido y alabar esa ayuda, pues deberíamos ser muy desalmados si encima nos pusiéramos a criticar (por más que esa ayuda sea parte de su trabajo y no una condición con devolución a futuro); • Mantengamos siempre la sonrisa, por más que el viejo no tenga trabajo, que no haya remedios para los niños enfermos, que en el ultimo bajón de luz se haya quemado la heladera (total aquí estamos acostumbrados al calor), el aire y la televisión. • Entender, sin derecho a cuestionamientos, que las decisiones más importantes las deben tomar los mayores, los de más experiencias, aquellos que conocen los entretelones del problema, pues saben “gambetear” burócratas y aduladores. Ellos siempre tienen la palabra justa y la “mano dispuesta”. No vaya a ser cosa que aparezca un pibe con ideas raras, ambiciones “extremas” y mande tantos años de trabajo al “carajo”. • No tengamos miedo a pedir, que para eso existe alguien que nos dará; buscar trabajo demanda tiempo y a veces dinero, y además nos volveremos viejo muy rápido. Seamos pedigüeños vocacionales, pues así estaremos haciéndole un favor a quien nos “da”, pues dirán de él que es una persona caritativa y bondadosa, dispuesta y noble y con un corazón más grande que una casa. • El tema de las necesidades es una materia a cumplir: siempre debemos necesitar algo, vaya que queden sin trabajo los dadivosos de turno. • Debemos ser comprensivos cuando alguien nos viene con el chisme de que “fulano lo puso a su hijo, a su hermano, a su tío, a mengano en tal o cual cargo”; eso es realmente amor familiar, pensar en los dignifican el apellido y la familia. No seamos pesimistas y criticones, que así no se construye una sociedad. • Y cuando hablamos de prioridades no nos hagamos los Salomones: primero están los intereses personales, luego los de la familia, después los de los amigos y si llegara a sobrar algo los podemos repartir con la comunidad. • Debemos aprender que para que una sociedad sea progresista debe apostar a que el pueblo se divierta como en un circo y sea feliz, no le falte el “pan” de cada día; luego podría verse si se levanta algún monolito o cartel de quien los hace feliz, y por si llegara a sobrar algo se podría pensar en la salud, la educación o la cultura. • Aprendamos a cerrar el pico que no somos pájaros cantores (y ya tenemos bastantes por estos lares) y el bullicio avícola distrae a los que trabajan por una sociedad equitativa y justa. En definitiva, entendamos, no seamos tan “burros” que solo de esta manera, cumpliendo con estos requisitos podremos aspirar a una sociedad más plena, distributiva y solidaria. Por ahí algún despistado creerá que hacer esto sea humillarse un poco pero ¿quién no se ha humillado alguna vez? Aprendamos a hacer los deberes y a respetar a los mayores, aun cuando algunas veces se equivoquen, pues son los únicos que nos pueden llevar de las manos y hacernos cruzar la calle. Claro que esto siempre y cuando estemos “calladitos” y nos “portemos” bien. Fabián Mancilla, enero 2012

viernes, 24 de enero de 2014

OMISIÓN Nunca dije las palabras mágicas O quizás si Pero el tiempo, cruel y sabio, Sembró distancias Que alargaron el sonido de tu voz. Extravío. Nunca dije Que en los vericuetos de la vida Las piedras que buscaron mis pasos Tenían tu imagen, tu voz, tu incondicionalidad. Nunca, pero nunca, Te hice saber Que aquellos silencios y ausencias Eran viajes extasiantes hacia tu recuerdo, hacia tus manos, hasta tu tibio sexo. Fabián, febrero 2013