LA HISTORIA
CÍCLICA, LOS PARARELISMOS HISTÓRICOS, LA PESADA HERENCIA…
Por una serie de leyes del 19 de
agosto y 28 de noviembre de 1822 la Legislatura de Buenos Aires autorizó al
gobierno a tomar un “empréstito”
(que no es más ni menos que un préstamo) de cinco millones de pesos fuertes (como
se lo llamaba en ese entonces y que equivalía a un millón de libras esterlinas)
para construir un muelle y puerto. En 1824 el entonces ministro de hacienda de la
Argentina don Bernardino Rivadavia marchó a Londres en
1824 a negociar allí el empréstito con la Casa inglesa Baring Brothers. No lo
concertó él, interviniendo en los trámites John
Parish Robertson y Félix Castro. El 1º de julio se firmaba el Bono General
a favor de la casa de banca Baring
Brothers.
El
préstamo se obtenía al tipo de 70% es decir, que Baring entregaba solamente 700.000 libras, pero Buenos Aires
quedaba obligada por un millón. Además la provincia daba como
"garantía", toda la tierra pública, todas sus rentas, bienes y
territorio: es decir, quedaba hipotecada totalmente hasta la definitiva
cancelación del extraordinario préstamo. Pero no siendo suficiente esta
garantía, los acreedores retuvieron cuatro semestres adelantados de intereses y
amortizaciones; cargando también sobre el monto a girar las 7 mil libras de "comisión" que correspondían a
Parish y Castro, y las 3 mil libras
"gastadas" por éstos en los trámites de la operación. En total:
Buenos Aires recibiría solamente 560.000
libras, quedando hipotecada por un
millón; debiendo girar anualmente 65
mil libras por intereses (6%), y amortización (1/2 %). Que no tenía
materialmente de dónde sacarlos.
¿Qué
hizo el gobierno con ese dinero? Ni construyó el muelle, ni realizó obras
públicas, ni fundó un solo puerto. Tampoco lo empleó en la guerra con el Brasil
declarada el 1° de enero de 1826. A los seis días de declarada ésta -el 1 de
enero- fundaba un Banco - el Banco Nacional - administrado por
particulares con el objeto de "entretener productivamente" el
empréstito con préstamos a los propios comerciantes extranjeros.
En
1904 se acabó de pagar totalmente la obligación de Rivadavia. Habían sido
abonados 23.734.706 pesos oro por 3 millones realmente recibidos y en
papel.
En enero de 1933 parte una misión argentina a Londres presidida por el
vicepresidente de la nación don Julio Argentino Roca (hijo). Lo acompañan
Guillermo Leguizamón, director de empresas ferroviarias inglesas en la
Argentina, Miguel Ángel Cárcano, diputado conservador de fluida relación con el
imperio, y Raúl Prebisch, ex gerente de la sociedad Rural. La Argentina se
parece a un importante dominio británico diría Leguizamón. El tratado se firma
el 1º de mayo de 1933. Los términos del Pacto Roca-Runciman son estos: Se
obliga a que los frigoríficos Anglo-yanquis controlen el 85% de las
exportaciones de carne, reservándose la Argentina solo el 15% pero para
frigoríficos que no persigan propósitos de lucro; se asegura la libre
importación de carbón y de otras manufacturas inglesas a la Argentina, así como
el trato benévolo a las inversiones británicas y se pacta un empréstito de
desbloqueo por 13 millones de libras esterlinas, pero del cual Argentina solo
recibirá 3 miillones y medio, pues el resto, el 73%, se destina a compensar
utilidades de las empresas inglesas en la Argentina. Algunos indicios afirman
que hubo acuerdos secretos como la participación en la creación de un Banco
Central Mixto y la coordinación de Transporte de la ciudad de Buenos Aires.
Este escandaloso convenio es una de las tantas expresiones de entrega y
humillaciones de nuestro país.
El viernes 16 de junio de 2017 aparecía en el boletín oficial del
Ministerio de Finanzas a cargo de Luis Caputo los pormenores de una movida
económica denominada “Emisión de Bono a 100 años”. La propuesta había sido de
los Bancos (HSBC, Citigroup, Santander y Nomura), no del gobierno (primer
llamado de atención). La idea afirmó el ministro era brindar un impulso de
motivación a los mercados (lo cierto es que si pensamos en engrosar la emisión
de deuda solo para motivar a otros sin la seguridad de su efectividad, estamos
fritos). Ese fracaso se hizo patente en estos días cuando el MSCI consideró a
la Argentina como país “periférico” y no “emergente”. Lo cierto es que los
bonos se emitieron por una suma de 2.750
millones de dólares a pagarse en 100 años. La tasa de interés de los bonos
es del 7,9%. El ministerio de
finanzas dispuso un cupón (premio) de 7,125%
sobre el valor nominal del bono. Segundo llamado de atención: los bonos se
vendieron por debajo de su valor nominal, por lo que las ganancias a la hora de
cobrarlos será mayor. Si quieren sacar la calculadora y hacer cuentas se
encontrarán con algunas sorpresitas: el país pagará anualmente poco menos de 200 millones de dólares hasta el año 2.117. Los inversores (los bancos mencionados
anteriormente) ganarán anualmente 196
millones de dólares, lo que significa que recuperarán el capital invertido
en estos días (solo para motivar al mercado) en el año 2.031. Durante los 86
años restantes se dedicarán a fumarse un puro, tomarse un whisky y gozar de
los intereses de este acuerdo. Un país generoso que repite sus errores.
Piénsenlo.